>> Bejarano pidió licencia para enfrentar la investigación, y Adán Augusto amenaza con dar a conocer quiénes lo ventanearon
Cuando en 2004 René Bejarano, líder de la Asamblea Legislativa del DF, fue exhibido en videos recibiendo fajos de dólares del empresario Carlos Ahumada, lo primero que hizo fue pedir licencia como diputado para enfrentar la investigación.
No lo acusaban de contratar a narcos como colaboradores ni de recibir millones de pesos en sus cuentas, sino de tomar dinero de un contratista del Gobierno del Distrito Federal, para usarlo en las campañas políticas del PRD.
Algo similar ocurrió años después con Pío López Obrador, también filmado recibiendo cientos de miles de pesos en sobres amarillos, provenientes presuntamente del erario del gobierno de Chiapas.
Apenas este año se dio a conocer que el senador Adán Augusto López hizo millonarios negocios mientras estaba activo en la política; que encumbró a un criminal en la Policía de Tabasco, y que pudiera estar relacionado con el multimillonario negocio del huachicol fiscal.
Los tres personajes eran muy cercanos a Andrés Manuel López Obrador: Pío, su hermano; René coordinó su campaña para el gobierno del DF, y Adán su otro hermano, y mano derecha en su administración presidencial.
No puede ser casualidad que todos los cercanos a López Obrador acaben bajo sospecha de corrupción. A lo mejor es cierto eso de que el expresidente no se roba el dinero… deja que lo hagan por él, porque no son sólo estos tres.
A René lo exhibieron guardándose hasta las ligas de los fajos de dólares de Ahumada, y lo primero que hizo fue anunciar en televisión que pediría licencia como diputado para enfrentar la justicia; de cualquier forma, la Cámara de Diputados lo desaforó.
Le costó nueves meses de cárcel, varios años de litigio y su prematura muerte política.
A Pío, además de no costarle nada, demandó por mucho dinero al medio que dio a conocer los videos de los sobres amarillo, por haber afectado su reputación.
En cambio Adán Augusto, quien como gobernador empoderó a Hernán Bermúdez, presunto líder de La Barredora, grupo criminal dedicado al narcotráfico, la extorsión y el secuestro, se niega a irse.
Asegura que nunca sospechó siquiera de las andanzas de su secretario de Seguridad.
Pero no fue lo único, en cascada le salieron varios asuntos que lo pintan como un político corrupto. Investigaciones periodísticas lo vinculan con personajes implicados en el multimillonario e ilegal negocio del huachicol fiscal.
Le brotaron cuentas con millonarios depósitos, que no supo explicar, y acabó diciendo que corresponden a una herencia, a sus consultorías y a su actividad como ganadero. La última fue el pago de casi un millón de pesos a su hijo por su servicio social en la Cámara de Diputados.
Y aquí hay que hacer, pese a todo, la diferencia entre Bejarano, quien pidió licencia, y Adán Augusto, que lejos de ello amenaza con dar a conocer quiénes lo ventanearon.
CENTAVITOS
No todo será miel sobre hojuelas para Nashieli Ramírez, la flamante contralora de la CDMX, quien de saque tendrá que meter la lupa a la nómina para hacer una purga de los recomendados que exfuncionarios de todos los colores le heredaron. Después tendrá que resistir las presiones de los nuevos personajes que quieren incrustar a sus equipos en el presupuesto de la dependencia, pues tradicionalmente ha sido un nido para dar plazas a los equipos políticos. Aunque lo más difícil para Nashieli será aguantar a la burbuja de Clara Brugada, que son sectarios y lo que le sigue, y a quienes no les gusta que alguien ajeno al grupo llegue.
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