Los niños no aprenden igual que los adultos. De hecho, muchas veces aprenden mejor cuando no se dan cuenta de que lo están haciendo. Y en eso, la cultura pop —desde canciones hasta caricaturas— tiene un poder que los libros de texto envidiarían.
En Open English Junior lo saben bien. Según su más reciente encuesta, el 61 % de los padres notó mejoras en el nivel de inglés de sus hijos desde el primer mes de clases. ¿La clave? Contenido interactivo, repetición y… un poco de diversión.
“La repetición es parte natural del aprendizaje infantil. Si un niño quiere ver la misma película 15 veces, es porque está procesando, memorizando y haciendo conexiones. Usar eso a favor del aprendizaje del inglés puede hacer toda la diferencia”, explica Andrés Moreno, fundador de la plataforma.
Y no se trata sólo de entretenimiento. Películas, series o canciones ayudan a que los niños reconozcan patrones de lenguaje, estructuras gramaticales, acentos y emociones. Aprenden cuándo se usa una expresión enojada o cuándo una palabra suena más cariñosa. La práctica no ocurre solo en el salón, sino también cuando cantan, ríen o imitan a sus personajes favoritos.
Además, el 90 % de los padres encuestados por Open English Junior considera que saber inglés puede darles a sus hijos acceso a otras culturas y ampliar su visión del mundo.
¿Cómo incorporar la cultura pop en casa?
No se necesita ser bilingüe para acompañar el aprendizaje. Algunas estrategias útiles pueden ser:
- Ver caricaturas o películas en inglés, primero con subtítulos en español, luego en inglés.
- Escuchar música en inglés y buscar juntos la letra y su significado.
- Cantar en familia, sin miedo al ridículo: mejora la pronunciación y crea momentos memorables.
- Hablar sobre lo que vieron, aunque sea en español, para reforzar palabras o expresiones nuevas.
Estudios de universidades en Venezuela y Ecuador destacan que el aprendizaje a través del contenido audiovisual mejora la memoria auditiva y ayuda a contextualizar palabras nuevas. Cuando los niños relacionan lenguaje con emociones, ritmo o historias que ya conocen, aprenden más rápido y con más ganas.
El enfoque de Open English Junior, dirigido a niños de 8 a 14 años, propone combinar clases estructuradas con prácticas lúdicas. “Cuando los temas les resultan familiares —como películas, canciones o historias reales— los niños construyen conexiones significativas. Y esas conexiones son las que realmente se quedan”, concluye Moreno.

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