Militarización, adjetivo reiterado en el debate público y en la agenda política

Militarización, adjetivo reiterado en el debate público y en la agenda política

24 de septiembre de 2022 0 Por María Manuela de la Rosa Aguilar

Segunda parte, final

Bemoles de la “incompetencia militar”

En los debates políticos y en los señalamientos de algunos analistas, últimamente se ha sugerido la incompetencia militar, puesto que las  tropas no han podido cumplir a cabalidad con las misiones adicionales que se les ha asignado,  sobre todo respecto a la seguridad pública. Pero poco se habla de que su capacitación en realidad se ha dado sobre la marcha, por la urgencia de su despliegue, quedando a veces incluso en meras formalidades, pues un policía no se hace en una semana ni en un mes, es todo un proceso de formación, lo mismo que el de un militar; son profesiones que requieren de una capacitación bien estructurada, continua, permanente y la realidad ha exigido su empeño de inmediado, enfrentando problemas de muy diversa índole que impiden su efectividad para restablecer el orden.

En primer lugar está la protección a los derechos humanos, en donde cuenta más el aspecto procedimental que los hechos en sí, pues muchas veces por errores de actuación los delincuentes quedan libres y son amparados diligentemente protegiendo sus derechos humanos, sin importar que se trate de asesinos confesos, transgresores de la ley ampliamente conocidos, pues sus derechos prevalecen sobre el interés público, aunque es una ironía, la reaidad es así de evidente.

Por otra parte, la falta de voluntad política para tomar decisiones de Estado o simplemente para hacer que se cumpla la normatividad jurídica, puesto que hay una connivencia entre la clase política y los grupos criminales, porque éstos últimos muchas veces son los que financian sus campañas, o simplemente por medio de amenazas cumplidas tienen el control de los centros de poder político en sus diversos niveles, en donde surgen controversias que han llevado al asesinato de candidatos, presidentes municipales e incluso gobernadores.

Y en este escenario, los juegos del poder tienen una gran influencia, porque los grupos políticos, que se valen de toda clase de argumentos, sean lícitos o no, reales o imaginarios, a menudo utilizan las acciones del ejército, para bien o para mal, como centro de sus debates, muy alejados de la búsqueda del bien común, que debería ser su vocación, pero la lucha  por el poder está primero.

Además de lo anterior, están muchos más factores, que no terminaríamos de enumerar y además no se toma en cuenta la parte humana, porque los militares son personas, tienen familias; y poco se habla de que la saturación de tareas encomendadas al ejército ha traido también la desintegración de sus familias y los ha sometido al aislamiento, dedicados de lleno a sus nuevas y variadas misiones.

Y como humanos han sido presa también de la codicia, de la frustración, de la ira reprimida y todo lo que conlleva el estar empeñados en misiones sin apoyo y reconocimiento alguno.

¿Del odio al amor?

Hoy por hoy el Ejércio, Fuerza Aérea y Armada han sido considerados como los sectores con más poder, ya que se les ha encomendado cada vez más tareas, manejando directamente los presupuestos, de donde estriban principalmente los ataques. Pero en esto no se menciona que un sector que por tradición se ha manejado con mayor eficacia en la administración de los recursos son las fuerzas armadas, acostumbradas a economizar, trabajar con recursos propios y optimizarlos al máximo, donde las economías no necesariamente se quedan ahí, puesto que regresan al erario.

El ejecutivo federal, que por décadas atacó a las fuerzas armadas, valiéndose del estigma del 68, catalogándolas de fuerzas represoras; ahora, en el poder, se ha dado cuenta de que tiene bajo su mando a una institución sólida, leal y que por encima de cualquier afinidad, las tropas estarán subordinadas a él, no por su persona, sino por lo que representa, simplemente porque es en quien el pueblo ha delegado su potestad y es quien ostenta el cargo de comandante supremo. Pero además, ha visto que las órdenes las cumple a cabalidad.

Probablemente la animadversión no ha cambiado, pero sí la manera de ver a la institución, de la que está tomando su capacidad, pero ha saturado, porque cada vez le asigna nuevas funciones, sin importar que cuente con todo un aparato gubernamental bien definido para el efecto. Y queda por ver si lo ha hecho por la confianza en el Ejército, o es una estrategia para mermar a la institución más sólida del país. Y en este caso, podríamos ver el colapso de una nación por obsesiones personales.

El verdadero significado

Hoy por hoy las fuerzas armadas están presentes en muchas ramas de la administración pública, pero, ¿realmente eso es poder? ¿El país está militarizado?

De acuerdo al diccionario jurídico, militarizar es someter a la disciplina o a la jurisdiccion de las fuerzas armadas las fuentes y los medios de producción que sostienen a la economía nacional, a fin de reducir una resistencia o rebeldía declarada. Y vemos que esto no sucede así, simplemente las fuerzas armadas han asido asignadas a tareas ajenas a sus misiones constitucionales, no por motu proprio, sino en cumplimiento de las directivas de los poderes legalmente establecidos. Y con ello no han adquirido poder alguno, simplemente muchas más responsabilidades que las están rebasando.

De acuerdo al diccionario español, la militarización es la existencia de facto, aunque no de jure, de un gobierno militar, que generalmente se da por un golpe de Estado, lo cual no ha sucedido en México, basta ver cuantas humillaciones ha tenido que pasar el Ejército por parte de los criminales, quienes evidentemente se sienten con todo el apoyo del Estado y gracias a la impunidad que prevalece, se han apropiado del espacio público  y por falta de volutad política, las fuerzas armadas se ven impedidas de actuar.

Ahora bien, tambén podemos mencionar al militarismo, que es la imposición de valores, ideales, educación y perspectivas miltares sobre una sociedad civil, lo cual no ha sucedido en México, aunque sí en muchos otros regímenes totalitarios, como hemos señalado.

¿Militarización o abuso de la capacidad de las fuerzas armadas?

María Manuela de la Rosa Aguilar
María Manuela de la Rosa Aguilar

Tu opinión nos interesa: